Parece un castigo, una maldición, un gualicho, o vaya a saber qué corno... pero sobre todo es UNA INJUSTICIA.
Un juez inepto, sin personalidad ni capacidad suficiente como para llevar adelante una final nos priva a los hinchas de Once Tigres de llegar al objetivo que TODOS, dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas nos propusimos desde el inicio de la temporada, DAR LA VUELTA OLIMPICA, obtener otro campeonato, otra estrella más y otra copa para nuestras vitrinas, demostrando que a lo largo de 18 fechas fuimos indudablemente los mejores.
No tiene demasiado sentido relatar lo que pasó en “El Coqueto”, porque a esta altura todos lo saben, simplemente mencionar que el árbitro Juan Carlos Adriel, en primera instancia convalidó el segundo gol de Once Tigres, conquistado por “Carreta” González, luego de una presunta mano de Belloso, y después, ante los reclamos de jugadores y cuerpo técnico de Naón, decidió anularlo, volver a validarlo y nuevamente anularlo, en una muestra de desconcierto que generalizó las protestas, la incertidumbre y los reclamos airados.
Oficialmente y por el momento -hasta tanto se expida el Tribunal de Penas de la Liga Nuevejuliense de Fútbol, que se reúne este miércoles-, el cotejo quedó suspendido a los 38 minutos del ST, con una victoria de Once Tigres por 2-1.
Más allá de todas las especulaciones que cada uno querrá hacer de acuerdo al color de su camiseta (en este blog, está comprobado, no sólo ingresan hinchas del Tigre), a todos quienes sentimos nuestros colores nos embarga hoy una sensación de profunda tristeza, de frustración, de inexplicable amargura.
¿Por qué -nos preguntamos-, si una institución hace todo lo posible para que los justos logros deportivos se consoliden; por qué si nuestro Club puede presentar un estadio digno de lo que merece por su historia el fútbol de 9 de Julio, con una popular colorida, vestida de fiesta con papelitos y bengalas de humo; por qué si el campo de juego luce óptimo para que los futbolistas puedan entregar un juego acorde al esfuerzo que hacen los simpatizantes abonando su entrada; por qué si el estadio cumple impecablemente con todas las medidas de seguridad exigidas y que, por esta razón no se generaron situaciones que hubiesen tenido insospechadas consecuencias; por qué no alcanza para merecer el único reconocimiento posible en el mundo del fútbol local, una vuelta olímpica y el festejo en el centro de la ciudad?
Quizás para encontrar las justificaciones haya que hilar más fino y pensar un poco más allá de un arbitraje deplorable... pero esa es tarea que le compete a la dirigencia, no a nosotros, los hinchas.
Nosotros habíamos “preparado” el domingo de una manera especial, desde el mismo momento en que nos despertamos. Todo se veía de color azul y amarillo, todo estaba dado en función de lo que iba a suceder en nuestra cancha desde las 15,45.
Esperábamos un festejo -como cualquiera de los hinchas de otros Clubes-, desde el mismo pitazo inicial de la primera fecha, fuimos dominando la ansiedad hasta el domingo, cuando sabíamos que el mejor lugar para que se concretara este otro sueño era “nuestra casa”.
Cargamos papelitos, bengalas, bombos, banderas, mate y termo y todas las ilusiones sobre nuestro corazón y el de nuestras familias, y sin embargo, volvimos a casa con un tremendo vacío, como si nos hubiesen arrebatado de golpe esa misma bandera que hicimos flamear en lo alto de la popular sin explicación alguna.
Debe quedar claro, en tanto, que no se discute aquí la jugada ni el resultado del partido. Si se resuelve o resolvía la anulación del polémico gol, en la cancha, como debió hacerse y como con justas razones reclamaban también los jugadores y los hinchas visitantes -a quienes se les debe reconocer la natural bronca-, hubiésemos vuelto a casa de otra manera, quizás replanteándonos en qué había que hacer y que no, para que el próximo domingo se diera la ansiada vuelta; pero nunca con esta extraña sensación de incertidumbre e impotencia.
Finalmente, si algo hay que encontrar de positivo en todo lo malo, aunque tanto cueste como en este caso, los hinchas de Once Tigres no podemos dejar borrar de nuestras retinas NUNCA la imagen que entregó el estadio, con su popular bañada en papelitos y todo el perímetro del campo de juego recortado por las figuras de nuestra gente, con banderas y camisetas.
No se estaba jugando una fecha importante de nuestro máximo sueño y permanente obsesión, el Argentino; podía darse un nuevo campeonato local y ante esta instancia volvimos a ver a muchos hinchas que volvieron a acompañar a sus colores como desde hace tiempo no lo hacían.
Quizá no alcance como consuelo hoy, pero a la distancia, y por este último motivo, ya no por el primero, los Tigrenses de corazón no podremos olvidar la fiesta que sí vivimos ante la salida de nuestro equipo.
Vuelta más, vuelta menos, bronca mediante, mirar más allá ha sido lo que ha distinguido a nuestro Club en los últimos años. No nos permitamos perder ese horizonte...
En la semana toda la información de los campeonatos logrados por la cuarta y la octava división de nuestra Institución
1 comentario:
COMO SIEMPRE PABLO VOS EXPRESAS LO QUE SENTIMOS LA GENTE DEL TIGRE, EL DOMINGO FUE UNA FIESTA Y NADIE TIENE DERECHO A EMPAÑARLA.LOS JUGADORES, EL TECNICO Y TODOS LOS Q LUCHAN DIA A DIA POR EL CLUB SE MERECEN DAR LA VUELTA COMO LO Q SON, LOS MEJORES. BESOS
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