viernes, 9 de abril de 2010

EL "CAÑONCITO" DEL TIGRE

Sabido por pocos, conocido ahora por muchos,
“Pancho” Varallo, único sobreviviente del Mundial de 1930
y leyenda viva del fútbol argentino, fue DT de Once Tigres en 1960.

Quizá por una consecuencia lógica de las dificultades que presupone el hecho de que el nuestro sea un Club que ha sufrido, al compás de los vaivenes económicos de un país absolutamente inestable, a lo largo de su historia, varias etapas difíciles, uno de los déficits y grandes deudas que presenta para con quienes lo han hecho grande es haber salteado capítulos realmente trascendentes de su historia; pero en el actual proceso de recuperación de la institución, dentro de las posibilidades y de los tiempos que no abundan en la vorágine de la actualidad diaria, desde este espacio comenzaremos a ir rescatando algunas cuestiones importantes que hacen a nuestra identidad tigrense.
En este marco, revelamos seguramente para muchos hinchas un hecho tan novedoso como sorprendente, en tanto que para loa mayores memoriosos, estaremos simplemente cumpliendo con un acto de justicia al recordar épocas doradas de la institución.
Casi por casualidad cayó en manos de gente del Club un suplemento “El Clásico”, editado por el diario platense “Hoy” el 2 de febrero último, y en el cual se incluye una emotiva y extensa nota a Francisco “Pancho” Varrallo, conocido como "El Cañoncito" por quienes peinan canas y seguramente como quien fuera despojado de un récord histórico (181 goles en el fútbol argentino en 210 partidos) por Martín Palermo, en oportunidad de la antesala de celebrar sus cien años de vida (05/02), y un día antes de que se jugara la última edición del “derby” de la ciudad de las diagonales entre su querido Gimnasia y Esgrima La Plata y Estudiantes.
En la referida nota (ver fotos), un recuadro nos sorprende especialmente, ya que los más jóvenes no teníamos absoluta idea de que aquel memorable artillero. Único sobreviviente del primer Campeonato Mundial de Fútbol, disputado en Uruguay, en 1930; Campeón Sudamericano (actual Copa América) de 1937 con la Selección Argentina, destacado en el Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, uno de los mayores goleadores de la historia de Boca Juniors, varias veces campeón en la Primera División Argentina entre 1929 y 1935, ciudadano ilustre de la capital bonaerense y seguramente en breve de la provincia de Buenos Aires, allá lejos y hace tiempo, en la década del ´60, se calzó el buzo de entrenador de Once Tigres.
Bajo el título “Se radicó un año en 9 de Julio para dirigir”, y con nuestro escudo luciendo bien destacado, el texto complementario de la nota central, señala textualmente que “en 1960 fue director técnico de Once Tigres, en la ciudad bonaerense de 9 de Julio. Por su sobrino, Edgardo Emir Di Cola, se hizo cargo del equipo que usaba la misma camiseta de Boca. Estuvo un año dirigiendo, obteniendo el tercer puesto y recibiendo el cariño popular. Hoy está participando en el Argentino C”.
Sin dudas, entre la emoción del ocasional hallazgo para la reconstrucción de nuestra historia, el suplemento del diario platense, comenzó a pasar de mano en mano entre los hinchas, cayendo inevitablemente en la consulta a los mayores acerca de la veracidad de lo manifestado.
Los memoriosos aseguran que, efectivamente, “Pancho” Varallo fue nuestro DT en aquel lejano 1960, y brindan precisiones sobre lo que recuerdan de su paso por la institución, vivencias que merecen un capítulo aparte que prometemos completar en breve.
En tanto, bien vale el reflejo de esta “revelación” parea muchos que sin dudas enriquece nuestra historia, nos llena de orgullo y de gratitud hacia un hombre que, además de ser permanentemente reconocido por sus virtudes deportivas, ha sido siempre marcado como ejemplo por sus valores humanos, su humildad y su hombría de bien.
Es justo entonces reconocer el orgullo que debe significar para Once Tigres haber contado en sus filas con “El Cañoncito”, la gran leyenda viva del fútbol argentino, quien seguramente, con su lúcida centuria de vida, debe tener atesorados grandes recuerdos de la afición oncetigrense y de aquellos tiempos del fútbol de 9 de Julio.
Sin dudas, un hermoso hallazgo y un dulce recuerdo, para unos y para otros. Para quienes lo conocen recién ahora y para quienes desde siempre supieron de sus proezas como goleador letal, para los más jóvenes y para los más grandes quienes, seguramente, comparten ahora la ilusión de que estas sencillas líneas de homenaje sean puestas por alguien frente a los ojos de don Francisco; y por que no, el sueño de que alguien pueda llegar hasta su casa, allí en La Plata, y entregarle en manos una camiseta de nuestro amado Club firmada por los muchachos que ahora defienden nuestros colores, seguramente con la misma pasión que él lo hizo desde el banco hace 5 décadas.
Salud, don “Pancho”!!, orgullo indiscutido de todo un país futbolero, pero también de la humilde familia de Once Tigres!!





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