lunes, 16 de mayo de 2011

FINALISTAS!!!!!






Con una espectacular concurrencia, que obligará a los archivistas del fútbol local a reemplazar las viejas fotografías en blanco y negro de la década del ´60, con “dos filas de gente pegada al alambrado de 3 hilos”, como le gusta decir a los mayores; Once Tigres se ganó el lugar más destacado en el mural del fútbol nuevejuliense a lo largo de su historia al convertirse ayer en finalista del Torneo Argentino “C” 2011.
El representativo local superó por 4 a 2 a Kimberley de Mar del Plata, en una fiesta inolvidable, lamentablemente empañada por la actitud antideportiva que mostró tristemente la visita cuando el partido y la llave comenzaron a definirse a favor del auriazul.
Fue una triste mancha, pero al fin y al cabo, simplemente eso, en una jornada tan histórica como la campaña de Once Tigres en este certamen.
Se palpitó a lo largo de toda la semana este trascendente cotejo y sin dudas eso se tradujo también ayer, en un domingo distinto para más de 3.500 personas, según estimaciones realizadas por quienes tienen –o dicen tener- buen ojo para estos menesteres.
Lo cierto es que la jornada del domingo 15 de mayo se vivió a pleno y de una manera inolvidable para la afición futbolística local. Las boleterías se habilitaron a las 9 hs., en otro hecho inédito para el fútbol de la ciudad y el distrito, y la familia en pleno disfrutó la invitación para disfrutar de la propuesta, arrimándose al alambrado olímpico, mate en mano, cuando aún el rocío y la niebla luchaban contra los primeros rayos del Sol.
Aparecieron las banderas y las camisetas de otros Clubes de 9 de Julio, se recibió al plantel de Santorelli con papelitos y aplausos y desde allí y hasta el final, cuando los marplatenses desataron una suerte de ira premeditada no se entiende contra quien, sin aceptar la derrota; todo fue una fantástica fiesta.
“El Dragón” mostró esta actitud de lucha mal entendida desde el minuto inicial, poniendo de manifiesto en cancha lo mucho que habían hablado los medios de “La Feliz” a lo largo de la semana. Los marplatenses se consideraron (injustamente) “perjudicados” por el arbitraje del partido de ida jugado en su ciudad el pasado domingo y salieron a buscar revancha contra los colegiados de este cotejo y contra sus propios rivales, olvidando por largos pasajes el cotejo en si mismo.
Once Tigres advirtió esto tempranamente y le contestó con su mejor carta: el juego y una actitud ganadora, yendo al frente y generando rápidamente oportunidades claras de gol, como la que a los 2 minutos tuvo en sus pies Ascani, no pudiéndole dar buena dirección a una pelota que bajó inteligentemente de cabeza Montenegro –convertido en un verdadero gladiador ante una inestable línea de tres de la visita-.
El juego áspero de los albiverdes se cobró la primera “víctima” de su apuesta al roce, cuando a los 7 minutos apenas, Julio San Miguel vio la amarilla, en un pasaje del cotejo donde Once Tigres tenía más la pelota y jugaba con la ansiedad de quien necesitaba revertir un resultado.
El panorama parecía nublarse para los locales un rato después, cuando sobre 11 minutos, Facundo Venditto se estiró para ir al piso y allí sintió un tirón que lo obligó a pedir el cambio inmediatamente.
Entre la ovación para “Mimo” y la preocupación de los hinchas, ingresó Mariano Delamer, quien terminó siendo una de las grandes figuras de la defensa, y poniendo en claro que una de las virtudes del Tigre es ser un gran equipo y que cualquiera está en condiciones de jugar, en un plantel donde nunca aparecieron puntos bajos.
Reacomodándose el equipo con el ingresado Delamer por la derecha, Dizeo por la izquierda, y Zamprogna y Celin en la zaga central, comenzaron a llegar algunas oportunidades más.
Sobre 15 minutos Ascani devolvió gentilezas a Daniel Montenegro, bajándola para dejarlo de cara al gol, pero Daniel –a quien los defensores visitantes le dejaron “recuerdos” de todo tipo- no pudo entrarle bien y restó sobre la línea Gabutti, un mañoso defensor que jugó “prestado” gran parte del partido.
De la contra de Kimberley vino una buena oportunidad que Zamorano desperdició dándole muy débil, para que Facundo Cacho la atrapara sin problemas, aunque fue un aviso de lo que “El Dragón” buscaba como recurso.
Pacientemente, Once Tigres, como es su característica, seguía martillando sobre el área de Moratta, encontrando sobre 26 una gran oportunidad a partir de un buen tiro libre de Ojeda, que puso el balón en el punto de penal, rebotó en los pies de Delamer, y le quedó a Dizeo, que no pudo frenar su carrera a tiempo y la envió cerca del palo derecho del arquero visitante.
Devolvió el golpe Kimberley con otra contra bien jugada de izquierda a derecha que le quedó a Castagnino para definir, salvando bien en dos tiempos Facundo Cacho.
Fueron estos los minutos más importantes de los marplatenses, que apuraron al local con un tiro libre de Zamorano, apenas desviado; y un cabezazo de Gabutti de pique al piso, también bien controlado por el arquero del Tigre.
Cuando pudo salir del asedio, el conjunto de Santorelli le dio velocidad a su ofensiva y Montenegro fue víctima de un claro foul muy cerca de la medialuna del área, desde donde, a los 40, Ignacio Bossio, con un remate magistral, la clavó sobre el palo derecho del arquero, desatando una locura en las más de tres mil almas que acompañaron al equipo de la ciudad.
El local cerraba así el primer tiempo con una diferencia importante para encarar las cosas con más tranquilidad en el complemento, aunque no es novedad que Once Tigres no especula y va siempre al frente, lo que le ha entregado permanentemente buenos premios.
Esta no fue la excepción, ya con apenas un minuto de juego, un perfecto centro de Ojeda dejó solo a Celin para una brillante definición de cabeza que infló la red y reventó las gargantas del público.
El vendaval auriazul no cesaba y apenas 2 minutos después, Ascani puso una pelota profunda para Bossio, que le pegó por arriba del arquero desde el borde del área para convertir otro verdadero golazo con su sello y cerrar definitivamente la llave.
Esto desesperó a Kimberley, que fue a todo o nada en busca de la hazaña, aprovechando el pasaje de relax natural de los locales, consiguiendo así el descuento, sobre 17 minutos, cuando Leandro Parra se hizo un lugar entre los centrales para sacar un remate que alcanzó a rebotar Cacho, pero quedó en los pies de Zamorano, que la envió al arco, tocándola en última instancia Celin, cuando intentaba despejar.
Santorelli movió rápidamente el tablero y dispuso el ingreso de Tempestti por San Miguel, pasando Bossio sobre el andarivel izquierdo y más tarde el de Maccagnani por Montenegro, ganándose la merecida ovación de todo el estadio.
Once Tigres volvía a tener la pelota con sus dos hombres de refresco y generó situaciones claras a través del propio Maccagnani, mientras que Kimberley se sumía en la desesperación y el juego artero, buscando “llevarse” a alguno de sus rivales.
Cuando caía el telón, sobre 44 minutos, en un cierre deficiente de la defensa local, aprovechó Zamorano y descontó sin demasiado tiempo para una heroica remontada, pese a los 4 minutos adicionados por el juez.
Con los ánimos visitantes a punto de hervor, llegó el gol de Pablo Maccagnani y en el festejo se desataron lamentables incidentes provocados increíblemente por los jugadores del albiverde desde dentro de la cancha –como es el caso del mencionado Gabutti y Domínguez, que había ingresado por Whirtz sin otra aparente función que golpear y provocar- y desde afuera, con algunos integrantes del plantel y el DT, Damián García -expulsado en el partido anterior-, que lograron violar una de las puertas aledañas a la platea e ingresaron al campo de juego a través de los vestuarios para desatar un verdadero escándalo, sin explicación ni justificación.
Entre golpes, objetos que caían sobre la cancha desde la parcialidad visitante y la atónita e incrédula mirada de los hinchas nuevejulienses que sentían que su fiesta se había arruinado por una repudiable actitud antideportiva, el juez dio por finalizado el cotejo.
Allí llegó la contracara de lo generado por la visita. Jugadores, cuerpo técnico e hinchas se fundieron en un grito sostenido de aliento y reconocimiento mutuo.
Los de adentro del rectángulo verde lograron inscribir nada menos que la página más gloriosa del fútbol nuevejuliense con una entrega conmovedora, con un espíritu de solidaridad y esfuerzo permanente desde aquel 4 de diciembre, cuando se puso en marcha la ilusión con la presentación del plantel y el cuerpo técnico.
Los de afuera entregando una postal pocas (o nunca) veces vista en las últimas décadas dentro de los estadios del distrito.
Ambos son protagonistas de una inmensa felicidad por la que se juramentaron tácitamente comprometerse; los primeros cada día y en cada entrenamiento, sin importar el calor, el frío o el cansancio; los restantes estando cada domingo donde la danza de los cruces lo imponga, sin importar los kilómetros o los sacrificios que deban hacerse.
Ambos merecían el pase a la final y una “doble chance” por el ascenso.

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