martes, 26 de abril de 2011

"QUE NO NOS ROBEN LA ILUSION"

La frase de cabecera del DT, Omar Santorelli, es por estas horas y a esta altura de las circunstancias, en el transitar de nuestro querido Once Tigres en el Torneo Argentino "C" 2011 el pensamiento que marca el ánimo colectivo del propio cuerpo técnico, los jugadores, la dirigencia, los hinchas de siempre, los nuevos y de todos aquellos que entienden el mensaje de que detrás de estos colores y de este sueño hoy teñido de amarillo y azul, está implícito en realidad un anhelo de una ciudad con neta tradición futbolera; una posibilidad a la que siempre se observó como utópica, hasta que allá por el 2008, un grupo de quijotes comenzó a intentar demostrarse a sí mismo y al resto de los vecinos que era posible.
Ese sueño, esa ilusión, cada vez más cercana, sigue dependiendo de este grupo de hombres, de esta gran familia y de esta querida ciudad, ya que cada uno desde su simple rol de "parte" puede hacer su pequeño gran aporte para que se logre tener un orgullo más que nos identifique como nuevejulienses.
Aquellos que tienen el orgullo de dejar hasta la última gota de transpiración impresa sobre una casaca auriazul, cumpliendo quizás así uno de los sueños de la infancia, cuando se arrimaban tibiamente a "la escuelita" lo saben; lo interpretan cabalmente también quines llegaron desde otras instituciones u otras ciudades, persiguiendo los mismos deseos de gloria, sea bajo del amparo de la bandera que toque en suerte; son concientes de esto quienes diariamente restan tiempo a sus obligaciones particulares y a su familia para brindar la logística y el apoyo necesario que tamaña tarea significa; lo compartimos todos aquellos que sentimos sangre de Tigre corriendo por nuestras venas, los que hemos ido en lejanas tardes y en tiempos magros a un "Coqueto" desierto a ver como otros hombres defendían con el mismo honor y la misma entrega este escudo que lucimos en el pecho y que hoy vemos cubrir de lágrimas nuestras retinas cuando en el horizonte aparecen la figura de una popular o una platea repleta, aplaudiendo a quienes luchan por ese objetivo.
Como dejar entonces que alguien pueda venir a robarnos la ilusión... Imposible de admitir. Prohibido de aceptar.
Nadie más que cada uno de todos los protagonistas de esta historia y de la necesidad de escribirla para siempre en los corazones de los amantes del fútbol de 9 de Julio sabe el sacrificio que se ha hecho desde aquellas tardes de agobiante calor que nos colocaban, expectantes, a un lado u otro de la misma, para asistir a la presentación de un cuerpo técnico y un plantel.
Desde aquella tarde, unos corriendo para llegar a tiempo a cada entrenamiento y luego para rendir, arrastrando su cuerpo por el césped para ganarse un lugar; otros para que no falte un balón bien inflado, una canillera o una botella de agua; algunos para que la tarea se desarrolle con la suficiente seriedad y responsabilidad; los que tienen la responsabilidad de elaborar la estrategia que nos lleve a la gloria y los que dejaron todo para recorrer los kilómetros que sean necesarios para aplaudir donde sea la salida a la cancha de estos muchachos y colgar una bandera, somos parte del mismo equipo y hacen que los que en realidad se presentan como Once Tigres sean muchos, muchísimos más.
Si alguien fue capaz de resignar horas frente a los ojos de su familia o de sus hijos para acompañar a los colores que se llevan en el alma; si alguno fue capaz de privarse de algún gasto para poder viajar; si otros se olvidaron del dolor para seguir corriendo y metiendo en cada pelota; si están quienes no durmieron pensando en lo mejor para el equipo y si otros han hecho lo propio para que nada falte, como dejar entonces que alguien venga a robarnos esa ilusión, ese sueño compartido que debemos ahora, más que nunca, defender con nuestros corazones calientes y nuestras mentes frías para que se convierta en realidad...
La meta está cerca. La gloria lo está también. Redoblemos todos los Tigres nuestro esfuerzo y nuestra apuesta a este proyecto para alcanzar el fin deseado, para ser nada menos que felices, para sentirnos realmente plenos, para saborear las dulces mieles del éxito después de tanto trabajo y esfuerzo.
Habrá quienes conviertan la consecución de ese sueño en historia repetida para sus futuros nietos, otros que tocarán la cúspide de sus carreras, otros que lograrán demostrarse a sí mismo y a los demás que efectivamente era posible y también muchos otros, por qué no todos que sentiremos que nuestros problemas cotidianos; laborales o familiares se disipan y nos llevan a un paraíso de felicidad infinita que solamente el fútbol puede entregar. Que importa para qué, solo hagamos que este, nuestro sueño, se haga realidad, para ahora y para siempre, para que quede grabado en nuestros ojos y en nuestros corazones hasta el último aliento, para que no tengamos que cuestionarnos nunca, nunca, que nos hemos dejado robar la ilusión.
Fuerza Once Tigres, por la gloria....!!!

Pablo Martorell.

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